Ella: Me gustaría pensar que acá es donde comienza y acaban todas las cosas. Que la razón porque las aguas me trajeron hasta aquí tiene que ver con este momento… la contemplación…
Él: Tal vez debiéramos marcharnos lejos. Tal vez, a tu país...
Ella: Soy una forastera. Rompí los lazos con el sitio que me dio un nombre que se perdió, vagando también, por mi memoria. Si supiera mi verdadero nombre, no me sonaría verdadero. Me sonaría prestado, ajeno. La única certeza que tengo, es el eterno vagar y la perpetua búsqueda. El Siempreanhelo. ¿Por qué querría recordar? No. No recordaré jamás mi territorio.
Él: Siempre aquí, quise tensar las reglas de lo absoluto en busca de la perfección. Me encontré a mi mismo como único aliado. Lo nocturno me daba escalofríos. Pero contigo percibo eternidad. Es ineludible. Una vez leí que así debía ser todo. Que cuando se aproxima el gran cataclismo todo tendría este color de eternidad.
Ella: entonces, ¿todo tiene que acabarse?
Él: Llegó el momento, sin duda, el clímax se aproxima.
Ella: Ya no tengo miedo. No lo tengas tú tampoco.